Los aceites de semillas, como los de canola y maíz, se han promocionado como «saludables para el corazón» durante décadas. Sin embargo, últimamente puedes estar oyendo que los aceites de semillas pueden no ser tan buenos como nos hicieron creer. Profundicemos en esto y aclaremos las cosas.
¿Qué son los aceites de semillas?
Los aceites de semillas son aceites extraídos de semillas de plantas. Algunos ejemplos de aceites de semillas son:
- Aceite de girasol: Extraído de las semillas de girasol, se utiliza habitualmente en la cocina por su sabor suave y su alto punto de humo.
- Aceite de soja: Elaborado a partir de la soja, es uno de los aceites de cocina más consumidos en el mundo. Suele utilizarse para freír, hornear y aliñar ensaladas.
- Aceite de canola: Derivado de la colza, el aceite de canola tiene un sabor neutro y un punto de humo elevado.
- Aceite de maíz: Extraído del germen de maíz, se suele utilizar para freír y en aliños para ensaladas. Muy utilizado en la cocina latinoamericana.
- Aceite de algodón: Producido a partir de las semillas de la planta del algodón, se utiliza en la cocina y es un ingrediente importante en algunas margarinas.
- Aceite de sésamo: Elaborado a partir de semillas de sésamo, se utiliza habitualmente en la cocina asiática por su inconfundible sabor a nuez.
- Aceite de pepitas de uva: Extraído de las semillas de la uva, tiene un alto punto de humo y suele utilizarse en aliños para ensaladas y para saltear.
Por qué los aceites de semillas no son tan saludables como pensábamos
- Alto contenido en ácidos grasos omega-6: Los aceites de semillas son ricos en ácidos grasos omega-6, que, en exceso, pueden favorecer la inflamación del organismo. Aunque los ácidos grasos omega-6 son esenciales en pequeñas cantidades, la dieta moderna suele incluir demasiados, lo que provoca un desequilibrio con los ácidos grasos omega-3, que son antiinflamatorios. Este desequilibrio está relacionado con diversas afecciones crónicas, como las cardiopatías, la obesidad y las enfermedades inflamatorias.
- Muy procesados: La mayoría de los aceites de semillas se someten a un procesamiento exhaustivo, que implica refinar, blanquear y desodorizar. Estos procesos suelen utilizar altas temperaturas y disolventes químicos, que pueden despojar a los aceites de nutrientes e introducir compuestos nocivos, como las grasas trans, incluso en pequeñas cantidades. Las grasas trans son bien conocidas por su impacto negativo en la salud del corazón.
- Oxidación: Los aceites de semillas son más propensos a la oxidación, sobre todo cuando se exponen al calor, la luz o el aire. Los aceites oxidados pueden producir radicales libres nocivos, que pueden dañar las células y contribuir al envejecimiento, la inflamación y el desarrollo de enfermedades crónicas.
- Contaminantes potenciales: El procesamiento industrial de los aceites de semillas puede introducir sustancias químicas nocivas, como el hexano (un disolvente utilizado en la extracción), que puede dejar residuos en el aceite. También preocupan los residuos de pesticidas de las semillas utilizadas para producir estos aceites, sobre todo si no son ecológicas.
- Composición alterada de las grasas: El proceso de hidrogenación, utilizado a menudo para aumentar la vida útil de los aceites de semillas, puede crear grasas trans poco saludables, que se asocian a un mayor riesgo de enfermedades cardiacas, ictus y diabetes de tipo 2.
En resumen, los aceites de semillas son menos saludables debido a su alto contenido en omega 6, su extenso procesado, su susceptibilidad a la oxidación, sus posibles contaminantes y la presencia de grasas trans. Por estas razones, recomiendo limitar el consumo de aceite de semillas y optar por grasas más saludables como el aceite de oliva, el aceite de aguacate u otros aceites mínimamente procesados, como el aceite de coco.